La campiña nos inspira y en especial sus caserones luminosos; aquellos donde se respira paz y que se encuentran medio escondidos al final de un camino, rodeado por campos trabajados y bosques frondosos.
Construidos a partir de materiales en crudo, como la madera y la piedra, estos románticos refugios se abren a la luz y a la naturaleza. En el interior de estos hogares con historia conviven, en total armonía, elementos de madera, como las vigas vista, junto a objetos cotidianos, paredes de piedra irregulares... un ambiente hogareño, bohemio, casi poético y muy difícil de igualar. Lo verdaderamente excepcional de estos hogares son sus peculiaridades, de algún modo infravaloradas, como el crujir de la madera de sus pavimentos, el modo en que se filtra la enérgica luz del mediodía, el sonido de la lluvia golpeando sus ventanas… Todo un deleite para los sentidos.
¿Te preguntas cómo puedes introducir en tu hogar el romanticismo proprio de estos antiguos caserones? Es muy sencillo. Combina piezas de decoración de aspecto rústico con objetos especiales para tí; me refiero a esas piezas, que a pesar de estar un poco deterioradas, contienen historias y recuerdos difíciles de olvidar. Del mismo modo, el mobiliario empleado debe transmitir esa calidez y nostalgia capaz de enmudecer a cualquier invitado: muebles blancos, nude, de aspecto antic y sobre todo, piezas como sillas de madera curvada son fundamentales en esta tendencia tan natural.
Si eres de esas personas llenas de vida, a quien el entorno y los simples placeres cotidianos le ayudan en su día a día, esta tendencia es la tuya. Tu hogar estará rodeado de tus objetos y recuerdos más preciados, entre ellos: muebles, piezas de arte, alfombras, porcelanas antiguas, cabezales tapizados, murales tejidos… todos ellos reflejarán tu amor por la sencillez, la tranquilidad y la naturaleza.